He aquí la milmillonésima de la milmillonésima de la octava maravilla. La mesa de luz rústica. Yo no soy una maravilla del mundo, soy LA MARAVILLA DEL MUNDO (muahahaha quien diga que soy pequeña es que no ha medido el tamaño de mi ego...)
Narcisismos aparte ¡Por fin tengo mesa de luz! Con la ayuda de mi padre, carpintero experimentado, convertí mi mesa de dibujo en una mesa de luz, haciendo un cuadrado y plantando en medio un cristal traslucido. Debajo un cajón con unas luces halógenas (que en el futuro cambiaré por barras de neón -más que nada para no derretirme cual cucurucho en verano-) y ¡Voilá! me va a venir genial para hacer acuarelas, entintar sin tener que tocar el original de lápiz, para retomar mis ilustraciones vidrieras y un largo etc que se me irá ocurriendo conforme investigue por san google bendito.
En fin, dejo ya de regodearme, ¡Y a dibujar!
3 comentarios:
yo para hacer dibujos me iba muchas veces a la ventana, para conseguir el mismo efecto... yo pensaba que tenias una ya!!!!
Ains.. que va! Hasta hace poco como tu dices: Dibujín a la ventana ^^
Besotes!
doy fe de que es "La maravilla del mundo" a pesar de su egocentrismo jajaja. besitos aniel
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